miércoles, 9 de enero de 2013

Capítulo 2 : Las despedidas

Hola, buenas noches, o tardes como prefirais. Bueno aquí os dejo el capítulo 2, es como digamos la segunda parte del primero. Ya no os entretengo más así que espero que os guste el capítulo (:




-Ey Dustin, ¿Necesitas ayuda? –Dustin me mira y enseguida me dirige una sonrisa.
-Que va Luis, puedo yo solo, ¿No ves que soy un chico fuerte?- Me rio de aquel comentario, para mi sigue siendo mi hermano pequeño, al que dejaba entrar por las noches en mi cuarto con su osito de peluche bajo el brazo, diciendo que tenía miedo y que no quería ir a la habitación de nuestros padres porque ya era suficiente mayor para eso.

-Dustin, echaré de menos este barrio, esta ciudad, echaré de menos todo.- Digo triste, la voz se me quiebra.
-Lo sé Luis, a mí también me pasa, no es que nos vayamos a otra ciudad de Inglaterra, nos vamos al otro lado del océano.
-Hemos vivído tantos recuerdos bonitos aquí ¿sabes?, todavía me acuerdo cuando llegastes a esta casa, tan pequeño, tan… -De repente Dustin me corta y dice –anda, no seas mentirosa, si solo tenías dos años y además me odiabas.- Rio por aquel comentario, es cierto, no me gustaba nada su presencia en esta casa.
-Es verdad, pero tengo fotos, eras pequeño, feo, un bicho. No hacías más que llorar y para colmo te llevabas toda la atención de mamá y papá, no era justo. Yo era quien mandaba allí, era el centro de atención, hasta que llegastes tú.- Lo digo con tono despectivo, pero sabe que esa no es mi intención ni mucho menos.
-Claro, porque me pegabas y estabas tocándome las narices todo el día.- Reimos a carcajadas, los recuerdos no vienen mal de vez en cuando.
Así nos pasamos toda la mañana entre recuerdos, solo paramos para comer, pero cuando subimos seguimos. Al cabo de un rato preguntamos a Ed que si ya habían guardado los álbunes familiares y videos caseros. Él nos contestó que no, que estaba a punto de hacerlo. Le pedimos permiso para poder verlos y aseguramos que más tarde seríamos nosotros quien les guardase en su lugar.
-De acuerdo diablillos- nos sonrió y siguió recogiendo. Quiero a mi padre, le quiero mucho, lo inimaginable pero no me gusta como a veces nos trata. Es como si fuésemos un cero a la izquierda, como si le importase más el trabajo que nosotros mismos. Pero es un buen padre, él mejor de todos. 
Empezamos con nuestros álbunes familiares, estamos los dos de pequeños en pañal, vestidos, con disfraces... Se nota que a mis padres les gustaba inmortalizar todo.  Todas nuestras excursiones,  Hallowens, navidades, pascuas… Todos, absolutamente todos los recuerdos que te podías imaginar estaban allí. Me llamaron varias veces, pero hice caso omiso, no me apetecía que nadie interrumpiese este emotivo momento, me daba igual sus razones, ahora solo atendí a a mis necesidades y estas eran recordar los buenos momentos vividos en esta casa, en esta familia, en esta ciudad, en este país…
Y así pasamos la tarde entre risas al vernos tan pequeños, gorditos y graciosos a estar llorando por la melancolía que esto suponía. Esta es mi casa, mi hogar aquí se halla. Mi infancia y mis recuerdos están aquí y estarán siempre por muy lejos que yo me vaya.
Mi hermano y yo esta noche dormimos en la misma cama, la mía es matrimonial por lo que cabemos los dos de sobra. Me despido de él con un buenas noches pequeño.
-Buenas noches Luis, descansa- me dio un beso de buenas noches y se giró para sumergirse en sus sueños.
Otro día ya solo quedan seis para abandonar lo que hasta ahora yo había visto como mi vida. Hoy me levanté más tarde pues no tengo ganas de seguir viendo como la casa desaparece ante mis ojos. Sé que va a estar igual en otra parte del mundo, pero no va a ser igual.
Llamo a Nathan, le necesito, necesito sus palabras de aliento, su forma de ver la vida y de ver el lado positivo de las cosas. Yo no soy capaz de verlo por mí misma, me cuesta muchísimo.
Quedamos en nuestro banco, en el banco de siempre, en el  compartimos tantas risas, tantos abrazos, tantos días lluviosos, tantas cosas…
-Tengo que decirte algo- Comienza él.
-Dime Nathan-
-Mira Luis, mis padres me dijeron la otra semana que íbamos a irnos de vacaciones antes.
-¿Cuánto antes?- Temía su respuesta, claro que la temía.
-Pasado mañana.
-¿Y no me lo has dicho?- me siento dolida, ya no voy a tener todo el  tiempo que creía tener para despedirme de él ni para expresar todo lo importante que
a sido en mi vida.
-Se te veía feliz, no pretendía que te amargaras, lo siento.
Dicho aquello me abalancé sobre sus brazos, me daba igual que cosa me podía haber ocultado, no era el momento de enfadarse con él, no quería. Sabía que si lo hacía no volvería a saber de él  y eso jamás ocurriría, no. Sí, ya me he hecho a la idea de perderle con él paso del tiempo y las distancias pero no por un enfado y menos por esto.
-Perdóname tu a mí, da igual, por lo menos tenemos tiempo de despedirnos- Le sonrío dulcemente, esperando que me perdonase, aunque realmente no hubiese nada que perdonar.
Pasamos la mañana y la tarde sentados en nuestro banco, recordando, ayudándonos a comprender el misterio de la vida y por qué puede ser tan cruel a veces. Absorbía cada palabra que salía de su boca, cada vez que me tocaba, que me miraba con esos ojos verdes y se colocaba el pelo rubio lacio que caía sobre sus ojos.  Cada cosa de Nathan me daba una razón para no irme,  cada poro de su cuerpo hacía que me sintiese relajada, protegida.
La hora de la despedida llegó pronto, antes de lo que esperaba, él debe marcharse y yo también. Ese es nuestro adiós. Nuestra despedida.
-Las tardes ya no serán lo mismo, este banco no lo será. ¿Con quien voy yo a poder compartir estas reflexiones ahora? Nadie me entiende como tú. – Rompió a llorar, aquel chico al que yo consideraba fuerte rompió a llorar y yo con él.
-Te echaré de menos, siempre tendrás un pedacito de mí en ti. Este banco será nuestro, se siente quien se siente.  Nuestro lugar.- Digo en sollozos.
-Sí, nuestro lugar…- Repitió.
-Tengo que irme, mis padres me esperan en casa, deben de estar preocupados- digo con un tono lastimero.
-Sí, y los míos.
Así que partimos de ese lugar, ya no le volvería a ver, ya no sabría de él. Me gire una última vez para contemplar como se iba de mi vida.  Pero me encontré sus ojos verdes clavados en mí, pronunció una palabra que no era otra que ¨te quiero¨ no respondí, no sabía como hacerlo.  Ese te quiero iba con sentimientos de amor o de amistad, no lo sé.  No respondí, no quiero querer a nadie y menos a una persona que este a kilómetros de mí y encima separados por un océano. 
Llegué a mi casa, está vacía solo quedán seis días y esto está desolado. No hay muebles, cuadros, electrodomésticos que den un poco de alegría a la casa. Está triste,  es como si ella sintiese de verdad que nos fuésemos. Aquel lugar ya no parece un hogar. Ya no lo es. Subo a mi habitación, solo queda mi cama para que pueda dormir los días restantes y la ropa, alguna irá conmigo en mi maleta pero más de mitad será guardada en cajas y llevada directamente a mi nuevo, ¨hogar¨.
Me levanto, desayuno, deambulo por las estancias de mi casa y jardín, como, me visto y salgo con mis amigas. Hoy me harán una despedida ya que la mayoría se irán en los próximos días a los campamentos de verano o intercambios con otros países. No es una tarde normal, es otra tarde llena de recuerdos, otra tarde para sufrir. Recordamos cada uno de nuestros momentos mágicos e inolvidables todos. Al final acabo llorando y todas mis amigas conmigo. Las echaré de menos a todas, eso sin duda. Llegó la despedida, el maravilloso momento que llevaba toda la tarde esperando.
-Toma, es una carta de todas, no podemos explicar con palabras cada momento que hemos pasado junta porque enseguida rompemos a llorar.  Queremos que la leas cada vez que te sientas sola, ahí siempre nos tendrás a todas. Un pedacito de cada una.- Me dice Cosette, todas vuelven a romper a llorar y yo con ellas.
-Gracias- Consigo decir en un hilo de voz. –Sois íncreibles.
Al poco nos separamos y nos vamops cada una a su casa o a donde se tenga que ir. Las quiero, no quiero perder el contacto con ellas, son especiales para mí, son como mis hermanas y al separarme de ellas como de Nathan es como si notase que algo me falta, que no estoy completa, que ya no soy quien soy.

10 comentarios:

  1. Un capítulo muy emotivo, me encanta. También me gusta mucho la relación que tienen la protagonista y Nathan:)
    Un beso ^^

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, si como es muy bonita la verdad ^^
      ¡un besito! <3

      Eliminar
  2. Me encanta como escribes!!!!Casi lloro con la despedida de Luis y Nathan, es maravilloso.... :D

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ayy, muchas gracias! :)Habrá momentos felices tal vez jaja :)

      Eliminar
  3. Oh! no me gusta, aunque me ha puesto melancolica...
    POr cierto era para recordarte lo de mi blog y las cartas. ME gustaría saber si aun te interesa si es así déjame un comentario en el blog con tu correo y hablamos :)
    Un beso, me paso ^^

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. holaa, si me sigue interesando, ahora me paso y te dejo mi correo :)
      ¡un beso!

      Eliminar
  4. Holaa te he nominado a los 15 blogs que me gustan este es mi blog http://unmundoquenoesloqueparece.blogspot.com.es espero que te pases y que te guste

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Holaa, gracias por nominarme! :)
      Claro ahora mismo me paso! :)

      Eliminar
  5. Holaa, claro ahora mismo me paso! :)

    ResponderEliminar
  6. Puedo decirte que me tienes realmente enganchada y que quiero el siguente capítulo ya!!!!!!!!!
    macherieladyartiste.blogspot.com

    ResponderEliminar